Caíamos sin cesar y aparentemente sin control. El módulo, desequilibrado, se bamboleaba como una paraguaya en un huracán. Los tripulantes humanos se encontraban a punto de sobrepasar sus límites y desvanecerse por la fuerza de la gravedad.
Por fin John, el comandante, consiguió hacerse con el sistema manual, lo estabilizó y pudimos efectuar una reentrada en la atmósfera del planeta K277 en condiciones.
—Vaya susto —dijo Smith—, pensé que de esta no salíamos.
—Hombre de poca fe —contesté con la seductora voz que habían escogido para mí en esta misión—, estaba todo controlado, no iba a dejar que os sucediera nada malo. De peores atolladeros os he sacado.
El módulo fue perdiendo velocidad de rotación y de descenso y nos posamos sin demasiados contratiempos en una meseta ligeramente elevada desde la que podían verse, a lo lejos, montañas y valles de un color entre violeta y verde; que destacaban en la límpida atmósfera de aquel planeta al otro lado de las puertas de Tanhäuser.
—Habrá que bajar a la superficie con el equipo completo por si acaso —afirmó el comandante mientras se levantaba del puesto de pilotaje y accedía a la zona de almacenamiento de equipos—. No me acabo de fiar de la información disponible, que asegura que la atmósfera del planeta es respirable por los seres humanos. Hace demasiados años que alguien lo visitó y realizó esa medición. Además, por desgracia, ya conocemos cómo trabajan las compañías privadas de exploración planetaria, lo único que les interesa son sus beneficios.
Ambos tripulantes se enfundaron el equipo de supervivencia extrema, lanzaron un dron de reconocimiento y al darles luz verde descendieron a tierra.
—Conviene que no nos alejemos demasiado hasta que el análisis de la atmósfera se complete —dijo John.
—De acuerdo —dijo Smith—, pero quizá podríamos llegar hasta donde parece que finaliza esta meseta y el terreno desciende hacia el valle.
La gravedad les ayudó en su desplazamiento y no tardaron en alcanzar el borde acordado. Lo que vimos desde allí nos dejó a todos sin habla.
—Creo que o bien hemos regresado a la Tierra o nos hemos vuelto completamente locos —dijo Smith—. RJ14, ¿podrías visualizar el objeto situado en el valle y decirnos qué es, según tus bancos de memoria?
—Se trata de un navío del tipo Liberty, de los que se construyeron innumerables unidades en los astilleros estadounidenses antes y durante la Segunda Guerra Mundial terrestre. Está en el fondo del valle, sobre el pequeño arroyo, y presenta importantes destrozos.
—Pero, ¿cómo ha podido llegar hasta aquí? —preguntó el comandante.
—No hay ninguna lógica que pueda explicar la presencia de un buque varado en el arroyo de un planeta a muchos años luz de la Tierra. Solo puedo asegurar que no se trata de una alucinación. Las inteligencias artificiales de soporte y apoyo a la exploración RJ14 no alucinan, palabra de robot.
Bartolomé Zuzama i Bisquerra. Valladolid, 27 de enero de 2021.