LA LÍNEA RADCLIFFE

El conflicto de Cachemira entre India y Pakistán que vuelve a preocupar a las grandes potencias

Es posible que nunca hayas oído hablar de la Línea Radcliffe. Sin embargo, desde el 7 de mayo, su existencia ha causado numerosos muertos en los choques entre India y Pakistan en Cachemira. Estos se han sumado a las víctimas que el conflicto fronterizo ha generado desde 1947.
Los más recientes se han originado al atacar el ejercito indio objetivos en territorio pakistaní. Son la respuesta a un tiroteo ocurrido el pasado mes de abril en Pahalgam, en la Cachemira india. Se trató de un atentado contra un grupo de turistas indios reivindicado por el Frente de Resistencia, vinculado al grupo islamista armado Lashkar-e-Taiba. India afirma que estos grupos cuentan con el apoyo de Pakistan, que lo niega. Dicho suceso provocó 26 muertos.

El conflicto de Cachemira describe la disputa territorial entre India y Pakistán sobre la región de Cachemira. Para la India, Cachemira es una «parte integrante» de su nación. La posición oficial de Pakistán es que Cachemira es un territorio en disputa cuyo estatus definitivo debería ser determinado por el pueblo de Cachemira.

El territorio ha sido la causa de varias guerras y conflictos armados. India y Pakistán han luchado en cuatro guerras en 1947, 1965, 1971 y 1999. India y China se enfrentaron en 1962 por el control de Aksai Chin, así como por el estado noreste indio de Arunachal Pradesh. Además, India y Pakistán también han participado en varias escaramuzas sobre el glaciar de Siachen.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido concedió la independencia a su colonia. También aceptó las demandas para crear un estado musulmán independiente en la región. El 15 de agosto de 1947 nacieron dos naciones: India, de mayoría hindú y Pakistan de mayoría musulmana. El diseño de las problemáticas líneas fronterizas se le encargó a a un eminente abogado británico, Sir Cyril Radcliffe, primer vizconde Radcliffe y reconocido abogado londinense de la Corte Suprema.


Radcliffe, que nunca había viajado más allá del sur de París, recibió a finales de junio de 1947 el encargo de presidir los dos comités fronterizos establecidos con la aprobación de la Ley de Independencia de la India. Dicho encargo provenía del ministro de Justicia británico Lord Canciller Willian Jowitt. Su elección contaba con la aprobación de Nehru y de Jinnah por su “imparcialidad” potencial al desconocer por completo la política y la cultura de la India. Llegó a la India el 8 de julio y, tras entrevistarse con su antiguo alumno Lord Mountbatten, virrey de India, pidió tiempo para diseñar una frontera de más de 2.900 kilómetros. Le concedieron solo cinco semanas. Los mapas disponibles estaban desactualizados y los censos no reflejaban la actualidad de la población existente en las zonas de división.

Los nuevos mapas estuvieron elaborados el 9 y el 12 de agosto y Radcliffe se marchó el día 15, habiendo previamente quemado todas sus anotaciones. Harto del clima, abandonó la India temeroso de ser asesinado, y, se dice, negándose a percibir su minuta de 40.000 rupias. En una entrevista que el periodista Kudip Nayar le hizo en 1971 y ante la pregunta si quedo satisfecho con las fronteras trazadas respondió que no tuvo alternativa ante un tiempo tan breve, y lamentó no haber dispuesto de dos o tres años para hacer un trabajo mejor. Hasta su muerte en 1977 siguió recibiendo cartas con demandas por la frontera trazada. Había nacido el conflicto de Cachemira.

Por decisión de Lord Mountbatten, las líneas divisorias se dieron a conocer el 17 de agosto, tres días después de los grandes fastos de la independencia en Karachi y en Nueva Delhi. Ello supuso unas enormes tensiones comunales, consecuencias administrativas, económicas y de defensa no resueltas en el nacimiento de dos naciones, que conllevó la muerte de entre medio y un millón de personas y quince millones de desplazados, un regalo envenenado que todavía hoy mantiene sus secuelas.

La partición y su resolución siempre ha generado numerosas incógnitas. Narendra Singh Sarila, un diplomático indio que hasta 1947 fue ayudante de campo de Luis Mountbatten, localizó a partir de 1948 y en diferentes bibliotecas, material recién desclasificado sobre la Partición de la India Británica. En 2005, sus hallazgos se publicaron en un libro titulado «La Sombra del Gran Juego: La Historia No Contada de la Partición de la India”.

El libro aborda temas conocidos sobre las razones de la partición de la India, pero se sale de la versión oficial en tres puntos. Primero, que sin Churchill, Pakistán probablemente no se habría creado. Segundo, que los británicos dividieron la India no para salvar a los musulmanes de los hindúes, sino para preservar los intereses estratégicos británicos en la región. Y, tercero, que la línea fronteriza entre la India y Pakistán no fue trazada por primera vez por Radcliffe. Ya la había trazado Lord Wavell.


Lord Archibald Wavell fue el penúltimo virrey de la India, desde 1943 hasta principios de 1947. Ostentaba el rango de mariscal de campo y comandó tropas británicas en el norte de África durante la Segunda Guerra Mundial. Derrotó a los italianos en Abisinia y Cirenica y alcanzó la categoría de héroe popular en Gran Bretaña pero fue derrotado por el Afrika Korps de Rommel. Esa derrota no le sentó nada bien a Winston Churchill. Que lo destituyó del mando en Oriente Medio y lo envió a las relativamente tranquilas aguas de la India. Sarila afirma: «La ironía es que alguien a quien Churchill consideraba tan mediocre ha llegado a ser reconocido por varios historiadores como el virrey más importante de la India desde Lord Curzon».

Transcurridos unos preocupantes días tras los incidentes, parece que el conflicto de Cachemira se va reconduciendo. Ambos países han pactado un alto el fuego que parecen respetar. A pesar de unos comentarios iniciales del Vicepresidente de los EE.UU. desentendiéndose del mismo, su jefe ya se ha puesto la medalla de que el acuerdo ha sido gracias a su mediación.

La probabilidad de que surjan nuevos problemas en esa parte del mundo son muy elevadas. Ambos contendientes tienen siempre el dedo en el gatillo.

Bartolomé Zuzama i Bisquerra, mayo 2025

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