Mañana 7 de marzo, el colectivo Juventud sin Futuro nos convoca a todos a manifestarnos en nuestra ciudad y en todas las ciudades del mundo en contra de la precariedad y de las condiciones que hemos permitido en España, que nos han llevado a una tasa de paro juvenil superior al 55%.
En la actualidad somos el país de la Unión Europea con mayor tasa de paro juvenil y lo peor de todo es que no se advierte ningún movimiento o iniciativa desde nuestros gobernantes, para tomar las riendas e intentar solucionar esa lacra.
Aparte de que estamos perdiendo conocimiento a chorros, lo grave es que estamos hipotecando el futuro de un país con una amplia tradición de expulsar de su tierra a los mejores de sus hijos. No nos engañemos, la mayoría de los jóvenes que ahora se van no volverán y habremos perdido sus capacidades para siempre.
Alguno pensará que la denuncia está muy bien, pero que se queda en un cacareo o pataleo sin propuestas. No es esa mi intención, y aunque evidentemente no dispongo ni de los medios ni de la información de las diferentes administraciones, se me ocurren algunas ideas y comentarios para hacer algo, mejor que escudarse tras una pantalla de plasma…
Si yo gobernara en España o en alguna de sus comunidades (no olvidemos que esas son las administraciones con competencias en empleo y juventud), haría tiempo que tendría un equipo de personas con mentalidad abierta (si, todavía quedan de esas, tanto en la administración como fuera de ella) analizando qué hacen en el resto de autonomías del estado y en los países de nuestro entorno, para evita eso, con el fin de aplicar cuanto antes las buenas prácticas observadas pero adaptadas a nuestras características e idiosincrasia.
Otra cosa que haría sería incidir o modificar el mercado laboral para aplicar el concepto de discriminación positiva hacia los jóvenes que buscan empleo, desde el convencimiento de que el mercado laboral (como otros mercados) no se autorregula y la misión de los gobiernos es facilitar el bienestar de las personas y no de los mercados económicos o financieros, que saben buscárselo por su cuenta.
Exigiría por decreto a todas las empresas que asumieran obligatoriamente una cuota de estudiantes en prácticas (de FP, universitarios, etc.), eso sí, controlando que ese sistema no fuera en contra de las contrataciones y del empleo estable (que ya nos conocemos los trucos…).
No permitiría financiar ningún proyecto de investigación que no incluyera jóvenes investigadores para formarles y evitar que tengan que emigrar. Básicamente lo contrario de alguna línea de ayudas recientemente convocada en nuestra comunidad que claramente facilita el acceso a financiación únicamente a los grandes dinosaurios académicos.
Tendría mucho cuidado con el fomento del emprendedurismo como panacea, si no va acompañado de medidas legislativas que realmente lo faciliten y que actúen a modo de red salvavidas si falla la iniciativa, para no hundirse de por vida.
Os aseguro que podría seguir haciendo propuestas, pero creo que esa no es mi función ni la de los ciudadanos, aunque lo hagamos cuando podamos.
Nuestra función es exigir cambios y decisiones (a ser posible buenas, aunque eso puede que llegue si empiezan a hacer algo) y a remover sillones para que las personas que nos representan y a las que hemos votado se den cuenta que esto no se soluciona dejando pasar el tiempo, sino con acciones proactivas en favor de las personas y colectivos con mayores problemas, desde el convencimiento que es ahora cuando nos estamos jugando nuestro futuro como país y como sociedad.
Ya para finalizar me gustaría decir a nuestros jóvenes que se van, que no se acomoden y que, sin convertirse en paranoicos, no abandonen la idea de volver para traer a un país desagradecido lo que hayan aprendido fuera, para evitar que sigamos con esta sangría que nos está empobreciendo como sociedad y como modelo de futuro.
Y a todos los que leáis este post os rogaría que reflexionarais sobre el eslogan que lo encabeza y que ha elegido Juventud sin Futuro: NO NOS VAMOS, NOS ECHAN.
PD: La fotografía es de Robert Capa, que fotografió el anterior exilio español.