Tal día como hoy, pero hace 35 años, la democracia de este país dio un enorme paso hacia su consolidación. Hoy estas palabras parecen manidas y vacías de contenido, pero habría que remontarse a 1978 para que nuestros jóvenes ciudadanos y ciudadanas valorasen lo que significó su promulgación.
Este que les escribe vivió esos momentos en una academia militar en la que aquellos que apoyábamos la Constitución éramos tildados, por algunos de nuestros compañeros de armas, de marxistas y de malos españoles, indignos de vestir un uniforme como el de aquellos héroes que (mediante un cruento golpe de estado. Evidentemente esto lo añado yo.) “salvaron” a España de las hordas ateas y marxistas.
En el año 82, ya en un destino en la península y al reunirnos con algunos compañeros para cenar y celebrar la Constitución, en la mesa de al lado teníamos varios agentes de la Policía Nacional de paisano, por si nos pasábamos con el vino y los discursos. Y os aseguro que ya no había dinosaurios paseando por la tierra…salvo los dinosaurios mentales, que los había y por desgracia los sigue habiendo.
Creo firmemente en nuestra Constitución, producto de una época y un entorno determinado, que gracias al entusiasmo desinteresado de unos hombres y mujeres con más visión de estado que de partido o de clase, supieron consensuar un documento que nos ha permitido crecer como país y emular sin envidias a nuestros socios europeos, con los que actualmente compartimos una constitución europea. Por desgracia esta está bastante menos consensuada y con menor visión de estado común.
Una vez dicho todo lo anterior, no debemos olvidar que en 35 años las cosas han cambiado un montón, especialmente con la llegada de esta terrible crisis que nos ha hecho replantearnos muchas cosas que dábamos por supuestas como el estado del bienestar, el consenso, la forma de estado y su organización, etc.
Nuestra democracia ha madurado y quizá ya sea hora de pensar en hacer algunas reformas que hagan que nuestra Constitución evolucione y siga siendo una herramienta fundamental para facilitar la vida a los españoles y españolas.
Está claro que habrá que analizar como “blindar” la protección a las personas y sus necesidades (por delante de los bancos y sus exigencias), tendremos que considerar los acuerdos con las diferentes religiones, valorar la posibilidad de un estado federal que refuerce el estado, facilitando el gobierno de las autonomías y su cercanía al ciudadano.
Otro tema que ya deberíamos valorar es la posibilidad de otro modelo de estado. La República es una opción cada vez más deseada por un gran número de ciudadanos y más tarde o más temprano habrá que tomar decisiones al respecto.
Está claro que cualquier cambio deberá gozar del suficiente consenso, pero los ciudadanos debemos favorecer ese consenso y empujar a nuestros representantes políticos hacia él, sin olvidarnos que la Constitución es de todos y todas y para todos y todas, no solo para los políticos.
Para finalizar y hablando de consenso… ¿Qué tal incluir en la Constitución la obligatoriedad de un consenso previo y regulado por ley (sin que valgan las mayorías absolutas) para promulgar o modificar leyes relacionadas con la educación, las libertades o el bienestar de las personas?
¡¡Viva la Constitución!!