Es posible que muchos de vosotros y vosotras no sepáis que España invadió Tánger en junio de 1940 y que dicha ocupación se mantuvo hasta 1945, año de finalización de la Segunda Guerra Mundial. María Dueñas escribió sobre ello en su novela «El tiempo entre costuras»
En 1912 se instauró el Protectorado hispanofrancés en Marruecos, que quedó dividido en dos partes asimétricas siendo el norte la parte asignada a España. La zona española era un territorio pobre, montañoso y habitado por tribus belicosas. Además fue desprovista de su enclave más importante, la ciudad y el puerto de Tánger, así como de su zona de influencia, de gran valor no sólo comercial sino también estratégico. Era la otra puerta o llave del estrecho, junto con Gibraltar. Los sucesivos gobiernos españoles protestaron por la humillación que suponía que el enclave tangerino, considerado la «joya» de su zona, hubiera quedado fuera de la influencia española en Marruecos, pero no consiguieron nada.
Para Tánger se estableció la llamada Zona Internacional bajo el mando de una comisión de varios países europeos. No obstante, Francia confirmó en 1923 su posición hegemónica. Su estatus de ciudad internacional la convirtió en un punto de encuentro de culturas y su permisividad en materia impositiva, en un paraíso fiscal. Eso motivó la ubicación allí de muchas empresas multinacionales de la época.
La Segunda Guerra Mundial proporcionó a Franco la excusa perfecta para enmendar a su manera lo que consideraba una ignominia para España. El 14 de junio de 1940, día de la entrada de las tropas alemanas en París, España ocupó Tánger con una columna de ocupación formada por tropas indígenas apoyadas por unidades españolas. El argumento utilizado fue garantizar la neutralidad de la Zona y la ciudad de Tánger. El Gobierno español iba a encargarse, provisionalmente, de los servicios de Vigilancia, Policía y Seguridad de la Zona, garantizando que todos los servicios continuarían funcionando con normalidad.
La ocupación se realizó de manera tranquila y pacífica. Hitler felicitó a Franco por su acción e Italia envió una nota de felicitación. Ni Francia ni Gran Bretaña hicieron nada, a pesar de que Tánger constituía uno de los principales intereses de Gran Bretaña en la zona del Estrecho. Ambas tenían problemas más mayores de los que preocuparse
Pronto se dictaron normas para que el ambiente de Tánger fuera similar al de cualquier ciudad española, con lo que ello conllevaba en esos momentos en los que Falange controlaba el gobierno y la moral, con el completo apoyo de Franco y la iglesia. Se prohibió que los comerciantes utilizaran otra lengua que no fuese el español para sus anuncios y letreros e incluso las playas adquirieron un aspecto hispánico, ya que los únicos modelos de bañador que se permitió exhibir en las playas eran igual de recatados que en la Península. La vida económica de Tánger en los años de la guerra, muy complicada por el desabastecimiento, dependió básicamente de la ayuda aliada. A cambio de esa ayuda económica, Gran Bretaña mantuvo la libertad de movimientos de sus súbditos, la inviolabilidad de sus domicilios, el libre funcionamiento de las instituciones británicas así como la libre entrada y salida del puerto de los buques mercantes británicos.
La ocupación española ocasionó la parálisis del turismo, el paro y la pobreza, logrando que Tánger perdiera su antigua vitalidad. En diciembre de 1941 se impuso el mismo sistema de racionamiento que funcionaba ya en España y en el Marruecos español. Mientras tanto, en el mercado negro podían adquirirse todo tipo de productos a precios altísimos. Al cabo de tres años de ocupación el aspecto general de la ciudad era de deterioro y abandono ya que no se había acometido ningún trabajo de reparación en las calles y edificios. El dinero obtenido con el incremento de los impuestos, que en teoría debía destinarse a obras sociales, se dedicó en buena parte a la compra de propiedades para aumentar la presencia de «intereses españoles» en la zona.
Para lograr que España no entrara en la guerra a favor del Eje, Gran Bretaña adoptó una política de apaciguamiento con el gobierno franquista, que en Tánger se tradujo en un reconocimiento de hecho de la ocupación española. Además no dudó en sobornar a varios generales cercanos a Franco para asegurarse la neutralidad. El general Orgaz, que sustituyó al muy germanófilo General Asensio como Alto Comisario del Protectorado en mayo de 1941, fue uno de ellos. Sin embargo, pronto quedó claro que Orgaz no tomaría iniciativa alguna sin contar con el beneplácito de Franco.
Desde que tomaron el enclave, las autoridades españolas ejecutaron una política favorable al Eje y comenzó a respirarse un ambiente intensamente germanófilo. El consulado de Alemania en Tánger se convirtió en uno de los principales centros de espionaje y propaganda política del III Reich en el extranjero, el cuartel general de la actividad anti aliada en el Norte de África. Por otro lado, Tánger fue una base fundamental de operaciones de inteligencia para los aliados, que solo contaban con esta ciudad y Gibraltar.
Los servicios secretos de los dos bandos en conflicto usaron la valija diplomática en Tánger para introducir clandestinamente explosivos y llevar a cabo operaciones de sabotaje, tanto en Tánger como en el Marruecos francés. En febrero de 1942 se produjo un grave incidente en el puerto cuando una bomba estalló haciendo saltar por los aires las diez valijas británicas que acababan de ser descargadas del buque que las transportaba desde Gibraltar. Hubo once muertos y treinta y seis heridos de los que una parte eran británicos. El SOE (Special Operations Executive) británico utilizó la ciudad como base para sus operaciones en el Norte de África, antes y después del desembarco aliado. La consecuencia más clara e inmediata del desembarco aliado en el norte de África (8 de noviembre de 1942) fue que los intereses británicos en Tánger sufrieron un acoso sin precedentes por las autoridades españolas incitadas por Alemania.
En mayo de 1944 los aliados firmaron un acuerdo con España y Franco se comprometió a tomar medidas concretas contra Alemania. El 16 de mayo se clausuró el consulado alemán en Tánger, aunque se permitió a los funcionarios alemanes seguir enviando telegramas cifrados y se les dio mucho tiempo para abandonar el edificio. Desde allí los agentes y personal del Consulado se trasladaron al protectorado español donde el mismo general Orgaz los amparó.
En 1.945, al final de la Segunda Guerra Mundial, España devolvió la ciudad a su estatus internacional. El 11 de octubre sería restablecida la administración internacional por iniciativa de los gobiernos norteamericano, británico y soviético.
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