La vacuna llegó mucho antes de lo que todo el mundo auguraba. Eso tendría que habernos hecho reflexionar, pero la presión social y económica era tan grandes y como todos los ensayos realizados en diferentes países habían sido positivos, nadie lo hizo.
Los descubridores de la vacuna, un laboratorio del Ministerio de Defensa de la República Popular China, cedieron inmediatamente la patente al mundo para que nadie pudiera lucrarse con la misma y que llegara cuanto antes a toda la población mundial, dispusiera o no de recursos económicos. De esta manera evitaron que se pudiera utilizar como arma de estrategia geopolítica o método de chantaje.
La fabricación, no especialmente complicada, se multiplicó en todos los países y continentes y a las pocas semanas se pudo comenzar con las vacunaciones en masa. Cada país se organizó como creyó conveniente, pero el objetivo global era inmunizar cuanto antes a la mayor cantidad posible de personas para restablecer la vida normal con la mayor premura.
Una vez inmunizada la mayoría de la población, los gobiernos derogaron las situaciones de alarma y de aislamiento. Todo el mundo, salvo los ingresados más graves de los centros hospitalarios, pudo salir a la calle, abrazar a sus seres queridos, pasear de nuevo y regresar a su rutina vital y laboral. En apenas un mes nos habíamos olvidado de la pesadilla y todo volvía a ser como antes, incluyendo la contaminación, los atascos, la explotación de los recursos y las personas. En fin, como siempre.
Entonces ocurrió. Sin aviso previo las personas comenzaron a caer desplomadas y a morir donde se encontraban, sin tiempo para avisar o intentar evitarlo. Los aviones cayeron del cielo y los barcos navegaron a la deriva, cargados de cadáveres. En muy poco tiempo la raza humana desapareció de la superficie del planeta. Daba lo mismo la edad, el nivel económico, la complexión, el genotipo o el lugar de residencia, todos morían igual. Quizá se salvaran algunos individuos de las bautizadas como tribus incontaminadas, pero como su existencia no estaba probada nunca se sabría.
Algunas centrales nucleares y otros dispositivos atómicos, ante la falta de mantenimiento, alcanzaron el punto crítico e implosionaron, contaminando amplias superficies del planeta que permanecerán inhabitables durante muchos siglos. Otros simplemente se apagaron por falta de combustible, sin más daños.
Los sonidos y las luces de las ciudades fueron apagándose progresivamente. La estación espacial seguía circunvalando la tierra y grabando cómo el planeta se iba quedando a oscuras, sin nadie que fuera consciente de ello, tanto desde el interior como en tierra. En la superficie, las plantas y los animales colonizaban las ciudades y los pueblos.
Curiosamente los cadáveres se descompusieron casi de inmediato y la tierra los absorbió por completo, salvo aquellos que estaban en espacios cerrados, que se convirtieron en un fino polvo blanco que permaneció estático hasta que la más mínima corriente de aire lo dispersó.
La contaminación, salvo la nuclear, desapareció. El aire, más puro que nunca, favoreció que los animales y las plantas se recuperasen, incluso las abejas y otras especies muy amenazadas. El equilibrio retorno progresivamente a un planeta cuyos océanos, ríos y arroyos volvieron a poblarse de vida. El agujero de ozono se cerró, cesó el efecto invernadero y los polos comenzaron a cubrirse con un hielo puro y limpio. En muy poco tiempo la raza humana desapareció sin dejar rastro de su existencia.
Despertó con una sensación extraña, como si hubiera dormido mucho tiempo y al despertar se hallara dentro de un cuerpo que no era el suyo y tuviera que acostumbrarse a él. No recordaba nada, su mente estaba completamente en blanco. Abrió los ojos y miró a su alrededor. Estaba sentada en el suelo en el interior de lo que parecía un bosque espeso, apoyada en uno de los árboles que lo poblaban. Aparentemente su cuerpo no había cambiado, tenía todas las extremidades en su sitio, veía bien y su sentido del olfato parecía funcionar. No sentía hambre ni sed, pero presentía que algo vital había cambiado.
—Vaya, al fin has despertado—. La voz parecía venir del interior de su cerebro, no de sus oídos y aunque miró a su alrededor no vio a nadie. Se levantó sobresaltada y al hacerlo se mareó.
—Tranquila, no tienes que ser tan brusca o puedes desvanecerte. La metamorfosis es un proceso complicado y al principio cuesta un poco adaptarse—. La voz seguía resonando en su cabeza y se estaba poniendo muy nerviosa con aquella situación que no controlaba.
—¿Estás mejor? ¿Se te ha asentado la cabeza? Sabemos que esto es completamente nuevo para ti, pero te acostumbrarás. Tienes que abrir tu mente y ser muy receptiva a la información que debemos suministrarte, cuanto antes lo consigamos será mejor para ti.
—¿Quién eres? ¿Dónde estás y qué me está pasando?, ¡no entiendo nada! —dijo ella a gritos y muy alterada.
—Soy un querqus y estoy frente a ti, pero si miras lo único que verás será un árbol inmóvil. Ese soy yo y te hablo en el lenguaje universal directamente a tu cerebro, lo que vosotros llamáis telepatía, aunque en realidad es algo más complicado. Al principio te va a costar abandonar tus viejas costumbres, pero te adaptarás. La metamorfosis te ha preparado para ello. Sigue usando la voz de momento, a mí no me molesta y te entiendo perfectamente.
Toda aquella información, su mente en blanco y la continua referencia a una extraña metamorfosis era demasiado para ella. Antes de marearse de nuevo se sentó mirando hacia el árbol/querqus que en teoría le estaba hablando, sintiéndose ridícula.
—¿Puedes decirme qué me pasa y por qué me siento tan extraña? ¿Qué es eso de la metamorfosis?
La voz en su cerebro, tranquila y sosegada, comenzó a relatarle una historia que a pesar de parecer fantástica, algo en su interior le confirmaba que era cierta.
La contó que entre el virus y la vacuna la especie humana se había extinguido. Quizá hubieran sobrevivido algunos individuos completamente aislados, pero era muy poco probable. Tras siglos y siglos de sobreexplotación, de destrucción y de derroche de recursos limitados, el planeta se había defendido para evitar la completa extinción de la vida acabando para ello con su especie más dañina. En realidad se habían extinguido ellos mismos con su visión tan a corto plazo y su afán por retornar a una realidad perjudicial cuanto antes. Quizá si hubieran investigado más o hubieran modificado alguna de sus costumbres podrían haber sobrevivido los suficientes como para repoblar de nuevo el planeta, pero no lo hicieron.
—¡Pero yo no recuerdo nada de eso, ni del virus, ni de la extinción! ¡Mi mente está en blanco!
—No debes preocuparte por eso ahora, progresivamente irás recobrando la memoria. Será una recuperación selectiva, pero suficiente.
Para que ella pudiera comprender lo que había sucedido, el querqus tuvo que remontarse a los orígenes de la humanidad. Le contó que la especie humana ya había tenido una primera oportunidad cuando los Antiguos utilizaron sus conocimientos y su tecnología para evolucionar y diferenciarse del resto de especies animales. Nadie sabía de donde procedían los Antiguos ni qué había sido de ellos. Se suponía que veían del Más Allá y que habían regresado a su lugar de origen tras cumplir su misión, sin que nadie supiera el objetivo de su intervención en la Tierra.
—Tras esa intervención fuisteis evolucionando y creciendo. Las plagas y las guerras aseguraban un crecimiento sostenible y evitaban la sobreexplotación del planeta, pero eso cambió en el Siglo XX tras la Segunda Guerra Mundial. Seguía habiendo guerras y epidemias, incluso graves problemas de hambre y falta de agua, pero salvo en determinados lugares apenas diezmaban a la población. Los avances médicos y tecnológicos facilitaban un crecimiento desmesurado de la misma, a pesar de que la mortalidad seguía siendo elevada. Nadie fue capaz de ver que se estaban alcanzando límites de no retorno y quienes lo intuyeron no fueron escuchados. No se prestó atención suficiente a la búsqueda de modelos sostenibles o incluso de alternativas como la exploración del espacio en busca de otros lugares para crecer.
En un determinado momento algo falló y un virus comenzó a extenderse hasta convertirse en una pandemia a nivel planetario. Moría gente, aunque no demasiada si se comparaba con las últimas pandemias históricas, pero en su afán por retornar a la normalidad, el hombre cometió un terrible error y creó una vacuna que ocultaba un caballo de Troya mortal. Si hubieran dedicado más tiempo a experimentar y a realizar ensayos clínicos más amplios quizá hubieran podido detectarlo, pero no fue así. Al vacunar a las personas las estaban condenando a muerte. A una muerte rápida y bastante indolora, pero inevitable. En apenas un mes de vuestro cómputo del tiempo la especie humana había sido erradicada del planeta.
—¿El caballo de Troya de la vacuna fue intencionado? ¿La erradicación de la especie humana fue premeditada?
—No, lo que hubo fue una terrible cadena de errores y una visión equivocada y miope de lo que era mejor para la humanidad.
Ella guardó silencio mientras asimilaba unas noticias tan devastadoras que su mente racional se resistía a creer que fueran ciertas.
—Entonces, si la humanidad ha desaparecido de la faz de la tierra, ¿qué hago yo aquí?
El querqus/árbol se agitó como si un fuerte viento moviera sus hojas y a ella le pareció sentir e incluso escuchar alguna presencia más a su alrededor, aunque no viera a nadie.
—Para llegar a eso tengo que contarte una historia que pensarás que es falsa pero no es así. Escucha con atención y comprenderás.
Los hombres os creéis la única raza inteligente que habita este planeta pero en realidad no es así. Conviviendo con vosotros desde el inicio de los tiempos estamos las Criaturas Mágicas, una raza que agrupa muchas tribus diferentes y a las que habéis bautizado con nombres distintos, incluso tratándose de la misma. Somos como un sistema de seguridad para que la vida persista y dentro de ella la especie humana. Siempre hemos cuidado de vosotros y así vamos a continuar haciéndolo, seáis conscientes o no de ello.
Hasta que las máquinas irrumpieron en la historia del hombre, este habitaba y se mantenía en comunión con la naturaleza y con los bosques, que solucionaban muchas de sus necesidades de vivienda, calor y alimento. En esos mismos bosques habitaban las Criaturas Mágicas, con las que determinados miembros de la especie humana podían comunicarse. Somos muchas criaturas diferentes: dragones, hadas, elfos, gnomos, duendes, querqus como yo mismo, trolls y ogros. No quiero olvidarme de los boscos, primos de los enanos o de los truños, que siempre están haciendo travesuras como los duendes. Unas de mis preferidas son las lúminas, una especie de pequeñas hadas luminosas que vivían entre las flores de los arroyos, antes de que estas desaparecieran por la contaminación. También los nuberus, los trasgos trotadores o incluso los espíritus sanadores que cuidaban de todos nosotros.
Las mujeres humanas han sido siempre quienes han mantenido la relación con nosotros y eso les ha costado terribles desdichas como cuando las acusaban de brujería y las exterminaban entre atroces tormentos. Representaban una alternativa diferente al progreso salvaje y decían cosas que podían inducir a la gente a dudar de los poderes establecidos como el patriarcado, la religión o el dinero, por eso debían ser exterminadas.
A medida que el hombre comenzó a talar indiscriminadamente los bosques para sembrar o para alimentar las nuevas industrias, las Criaturas Mágicas tuvimos que replegarnos, pero no desaparecimos, simplemente nos ocultamos. La ciencia descartó nuestra existencia, acusando a quien la mantenía de atrasado o inculto, lo que consiguió que se dejase de hablar de nosotros y que con el tiempo cayéramos en el olvido más profundo, salvo en los cuentos e historias de la cultura popular considerada poco científica y destinada únicamente a los niños.
Así estaban las cosas hasta que la pandemia y su terrible cura casi nos dejó solos en el planeta. Cuando comenzó a extenderse el virus convocamos los Consejos de Sabiduría, que son reuniones de representantes de las especies de las Criatura Mágicas, que se conectan entre sí a través de la Mente del Planeta para actuar coordinadamente. Se decidió que vuestra raza no podía extinguirse y que había que salvar al mayor número posible de los humanos del Sello.
—¿Qué es eso del Sello? ¿No somos todas las personas iguales?
—Quizá según vuestras leyes y costumbres, aunque podríamos discutir mucho sobre eso en otro momento. Para las Criaturas Mágicas hay diferencias que justifican perfectamente la existencia de prioridades.
Desde siempre han existido personas buenas y otras malvadas. Al nacer todos tenéis una especie de marca o de sello en la piel que únicamente nosotros podemos percibir aunque la cubra la ropa o el cabello. Al crecer, si sois buenas personas, esa marca permanece, mientras que va desapareciendo en caso contrario. En realidad el sistema es algo más complicado, pero para que puedas entenderlo es suficiente. Nuestra prioridad era pues rescatar al mayor número posible de personas con el sello y dentro de estas, aquellas cuya marca destacara más.
Lamentablemente y debido a la destrucción de los bosques ya no quedamos muchas criaturas y además el tiempo del que disponíamos para reaccionar era muy escaso por lo que no pudimos rescatar a muchos de vosotros para la metamorfosis. Si en esos momentos alguien hubiera tenido acceso a la Visión, hubiera podido observar cómo los más grandes de entre los nuestros como los ogros, los trolls o los dragones cargaban con humanos para llevarlos a lugares seguros. Si no fuera por lo trágico, resultaría cómico. ¡Y luego los tergiversados cuentos populares aseguran que los trolls o los ogros se comen a los niños!
Metamorfosis, otra vez la maldita palabra. Cuando iba a volver a preguntar en qué consistía, vio con el rabillo del ojo una especie de criaturas aladas y luminosas que desaparecieron cuando fijó su mirada en ellas. Seguro que son imaginaciones mías, pensó.
—¿Qué es la metamorfosis? La has citado varias veces y todavía no me has dicho en qué consiste.
Debía de haber tocado un tema sensible porque cuando terminó de formular su pregunta el silencio se adueñó por completo del pequeño claro donde se hallaba. Dejaron de escucharse murmullos y el querqus enmudeció, lo que la inquietó.
—La metamorfosis es un tema muy sensible que podrías malinterpretar desde el punto de vista humano del libre albedrío, pero que representaba vuestra última oportunidad como raza frente a la extinción completa. Voy a tratar de explicártelo, pero debes mantener una actitud abierta y sin prejuicios para poder entenderlo.
Como he dicho antes —continuó el querqus hablando directamente al cerebro de la mujer— los Antiguos interfirieron en vuestro proceso evolutivo para que la raza humana se diferenciara cualitativamente del resto. Con la metamorfosis nosotros hemos realizado algo similar, aunque a mucha menor escala porque lamentablemente no disponemos ni de los conocimientos ni de la tecnología de aquella raza que desapareció sin dejar apenas rastros. Además, casi no teníamos tiempo. Una escasa fracción de aquellos conocimientos nos fue legada y ha pasado a formar parte de la Mente del Planeta. Pensábamos que nunca tendríamos que usarlos, pero han sido los que has facilitado vuestra supervivencia.
Como te decía, rescatamos y llevamos a lugar seguro al mayor numero de humanos con el sello que pudimos. Todos agonizaban y su muerte estaba muy próxima, pero con nuestra ayuda la mayor parte sobrevivió. No puedo hablarte del proceso, pero sí de lo que comporta la metamorfosis. Lo que debes saber es que con ella las mujeres recuperáis un protagonismo que se os ha negado a lo largo de la historia de la humanidad. Solo vosotras vais a poder escuchar y entender el lenguaje universal que os llegará directamente al cerebro sin sonidos externos. Además, vais a ser las únicas con la Visión, es decir, con la posibilidad de ver a las Criaturas Mágicas. El acceso al lenguaje universal y a la Visión os permitirá relacionaros con nosotros y así poder conseguir un mundo mejor para todos. Ambos dones los trasmitiréis únicamente a vuestras hijas y se irán activando con su crecimiento.
La metamorfosis exigía un borrado completo de vuestra memoria como especie para evitaros mayores sufrimientos y también como una protección de cara al futuro. Vais a tener que aprender de nuevo todo, lo que aleja durante algunos siglos el fantasma del mal uso de la tecnología. Por si acaso, las mujeres os vais a convertir en Recordadoras. Se os ha asignado el papel de memorias vivas y conservareis algunos recuerdos sobre la crisis que os ayudarán a gestionar y a guiar vuestra evolución y desarrollo por cauces sostenibles en armonía con la naturaleza y con el resto de moradores del planeta.
La raza humana va a ser más longeva, va a sufrir menos enfermedades y a mejorar su calidad de vida, pero a cambio vais a tener menos descendencia global. La superpoblación es un riesgo demasiado grande y siendo menos cuidaréis mejor de vosotros mismos y de vuestros semejantes. Tenéis que verlo así y no como un castigo. Esperemos que entendáis que todo lo que se ha hecho ha sido por vuestro bien y para evitar vuestra extinción.
Su cabeza iba a estallar, la extraña situación, toda esa información, los enormes cambios que se avecinaban y lo que había dejado atrás la estaban dejando exhausta. Cerró un momento los ojos y cuando los abrió pudo ver de nuevo a esas criaturas luminosas, pero ahora no desaparecían, sino que se mantenían cerca de ella, expectantes. Cuando giró la cabeza se dio cuenta de que no estaba sola, sino rodeada de multitud de criaturas diferentes y de varios tamaños. De algunas podría aventurar su nombre por algún parecido con las imágenes de los cuentos de su niñez, pero otras no le sonaban de nada. Todas la observaban y a través de esas miradas le llegaban oleadas de fuerza y ánimo que cargaban su interior de esperanza y de unas enormes ganas de seguir adelante.
Un extraño sonido la sacó violentamente de su ensoñación y hubo un momento en el que no sabía dónde estaba, completamente desorientada. Como cuando te despiertas después de un viaje en una cama diferente de la tuya y necesitas organizar tus pensamientos antes de hacer nada más. Entonces identificó el sonido. La alarma del móvil la avisaba de que su tiempo de descanso había finalizado y debía regresar a su labor.
Tras lavarse y asearse un poco se enfundó en un mono, se puso las gafas protectoras, la mascarilla y los guantes y salió al pasillo para dirigirse hacia la UCI a seguir peleando. Entre todos iban a poder con la epidemia.
A su lado, invisibles para el ojo humano, varias lúminas revoloteaban a su alrededor trasmitiéndole toda la fuerza y el cariño de las Criaturas Mágicas.
Al otro lado del planeta, en un país que siempre se había caracterizado por una implicación absoluta en mejorar el mundo, las cosas habían cambiado radicalmente al sufrir una epidemia de nacionalismo exacerbado. En el laboratorio de una multinacional farmacéutica ubicada allí, los investigadores trabajaban a destajo para conseguir ser los primeros en patentar una vacuna que les haría ricos y famosos, sin apenas descansos y bordeando los límites de la seguridad. Un Bonus multimillonario podía estar a su alcance…
Bartolomé Zuzama i Bisquerra. Valladolid, 23/IV/2020