Las olas siguen llegando a la playa. A aquella playa a la que le llevaba su abuelo cuando era pequeño para enseñarle a coger lapas y erizos de mar y recoger los peculiares trozos de madera alisada que traía el mar tras las tormentas.
Las olas siguen llegando, pero ahora ya no hay lapas ni erizos. Ahora el mar ya no deposita trozos de madera, sino cuerpos hinchados y solitarios de gentes sin nombre ni hogar.
Ese mar, esperanza y tumba, sigue ahí, pero ya no es libre. Lo han encadenado las mafias que llenan las pateras o las que llenan las planeadoras para un beneficio arrancado del sufrimiento ajeno.
A veces este mar se rebela, pero sus fauces no devoran a los asesinos, solo devoran a sus víctimas, que siguen viniendo, engañadas, en busca de una vida mejor.
Bartolomé Zuzama i Bisquerra. Valladolid, 17 de junio de 2019.