Recaída
Amanecía en la ciudad cuando desperté sobresaltado, sudoroso y con un sabor salobre en la boca. La habitación no tenía más muebles que aquella estrecha cama blanca–seguramente residuo de algún antiguo hospital-, de sábanas ajadas y amarillentas que se habían deslizado hasta un suelo de madera con innumerables quemaduras, recubierto de polvo y miseria. Una … Leer más