Me fijé en ti entre cabezada y cabezada, de regreso a casa. El vagón, medio lleno, me permitió observarte sin ser indiscreto.
Parecías angustiada, sujetando nerviosa un pañuelo de papel entre tus manos mientras observabas la pantalla de tu móvil una y otra vez. De vez en cuando tecleabas algo, que al parecer no recibía respuesta.
El altavoz anunció una nueva parada que te pilló desprevenida. Te levantaste bruscamente del asiento y tu móvil resbaló hasta mis pies.
Cuando lo recogí, con intención de devolvértelo, pude ver el destinatario de tus mensajes y recordé porqué te había bloqueado.
Bartolomé Zuzama. Valladolid 22/05/2017