TODOS SOMOS “MIGRANTES”

emigranteEsta semana he estado en Madrid trabajando en un programa de fomento del retorno de inmigrantes a Colombia, a través del apoyo a la creación de empresas allí.

He vivido toda la semana en Madrid, sufriendo su ajetreo y sus transportes públicos, que es donde entras en contacto con la realidad, y también físicamente porque a las horas punta ya parece Tokio.

Esta experiencia me ha hecho reconvencerme de lo injustificada que es la xenofobia en general y de la que cada vez aparece con más frecuencia en nuestro país, a medida que la crisis avanza. Porque aunque vayamos de liberales y de progresistas, haber xenofobia hayla.

Por un lado, tenemos que agradecer a esas personas que dejaron sus países en diferentes circunstancias para encontrar un huequito donde intentar trabajar y ser felices. Por otro, no debemos olvidar que esas personas están cubriendo aquellos trabajos que los españoles y las españolas desechaban en los momentos de bonanza, porque estaban mal pagados o porque los consideraban poco dignos, como si algún trabajo (legal) fuera indigno.

El otro argumento que hace obvio el error de la xenofobia es que nuestros hijos, los hijos de nuestros amigos, algunos conocidos y muchos desconocidos españolitos y españolitas ya son emigrantes en países de nuestro entorno cercano o mucho más lejanos. Los colombianos con los que he compartido esta semana me comentaban la cantidad de españoles que están llegando a Colombia para buscar un trabajo y una salida que no encuentran aquí.

Y claro, cuando es tu hijo o tu hija la que está en otro país, quieres que las leyes de esos países y sus ciudadanos lo respeten y lo traten como un ciudadano de primera. Si eso es así ¿por qué no tratamos como ciudadanos de primera a los inmigrantes que llegan a España?

Eso sin olvidar que anteayer eran los abuelos o bisabuelos de nuestros hijos e hijas los que tenían que marcharse con su maleta de cartón y sus ilusiones, de un país ingrato y fratricida en el que únicamente tenían la vida más fácil los amigos y familiares de los vencedores de un golpe de estado que finalizó en guerra civil.

Convendría que antes de juzgar a nadie o usar palabras despectivas como moro, moraco, sudaca, panchito, etc. pensáramos en la historia que hay detrás de esa persona a la que nos encontramos en el metro, haciendo la limpieza de lugares públicos o privados o haciéndose cargo de trabajos pesados y mal pagados. Seguramente si lo pensamos racionalmente no utilizaríamos esos términos.

En esta semana he tratado con diversos perfiles de personas, pero en general, salgo convencido de que si finalmente se vuelven a su país, habremos perdido un capital humano emprendedor y trabajador, al que por lo general no hemos tratado demasiado bien y que su marcha empobrecerá un poco más nuestro acervo común.

Un saludo ciudadano para todas y todos.

4 comentarios en «TODOS SOMOS “MIGRANTES”»

  1. En lineas generales, Bartolomé, me parece acertado el post. No obstante, me pregunto: ¿en qué «no les hemos tratado demasiado bien»? ¿las leyes no les eran favorables, o te refieres a que no les hemos tratado con respeto?. Lo segundo puede ser cierto en términos generales, pero no creo que sea tanto una cuestión de xenofobia como de preparación o adecuación al puesto de trabajo. Por ejemplo, a mí no me importa que me atienda un sudamericano en la atención de una compañía telefónica si esa persona es capaz de entenderme (y yo a él) y de darme una solución a mi problema. En un gran porcentaje sucede lo contrario. Lo mismo podría decir si me pasara con personas con acento andaluz, o catalán, etc. (por teléfono poco más se puede distinguir que el acento). Ojo, que también se han dado muchos casos de inmigrantes en que la adecuación al puesto no es producto de la incultura o de la falta de formación, sino de todo lo contrario (la sobrecualificación) y el resultado puede ser casi el mismo.

    Por otra parte, yo añadiría que a día de hoy (y puedo dar fe de ello) esos trabajos «mal pagados o poco dignos» a los que te refieres siguen sin quererlos los españolitos (algo menos que antes, claro está, faltaría más). Seguimos instalados en la comodidad y somos capaces de hacer virguerías con el dinero del paro antes que mover un dedo para «trabajar mucho y cobrar poco». E insolidarios a más no poder, especialmente en tiempos de crisis. Si hubiera un servicio de empleo eficiente, a muchos les hubieran denegado el paro hace mucho por rechazar un empleo. No sigo más que me caliento…

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  2. Hola Bartolome, afortunadamente los que nos vamos por ahora a nuestros países también nos llevamos a españoles y a España en el corazón. Afortunadamente, en 8 años que llevo en España, nunca he sentido un rechazo hacia mi, pero sé que muchos de mis compatriotas, latinos y extranjeros en general, son víctimas de los prejuicios de algunas personas. Pero lo mismo pasa con las mujeres, los ancianos, los que son síndrome de down, etc, etc. y es que para muchos el miedo a lo diferente nubla sus mentes y tristemente les impide ver que en la variedad está la verdadera riqueza de los pueblos. Me encanta tu post y gracias por hacer alusiones positivas de nosotros que también ya nos sentimos españoles.

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