EL LOGOTIPO

BURROEl encargo llegó a media mañana del viernes, cuando ya estábamos pensando en el fin de semana y no en el trabajo.

Una empresa de investigación nos solicitaba un logotipo para su imagen corporativa y lo necesitaba para ayer. Desde la Consejería de Empresas les habían pedido que justificaran una subvención que les habían dado y que, como siempre, se habían gastado en asuntos que nada tenían que ver con el objeto de la ayuda, entre otros, en financiar la decoración del chalet del Secretario de dicha Consejería, a la sazón primo del Director de la empresa.

Ni que decir tiene que la tarea no nos hizo ninguna gracia y menos que nuestro jefe nos exigiera rapidez y pulcritud a través de un desabrido correo electrónico que destilaba autoritarismo y soberbia. ¡Claro, como nuestro Jefe era amiguito de partida del Director de esa empresa, había que perder el c…. para cumplir el encarguito!

No me preocupaba el trabajo, en media hora era capaz de diseñar un logo apañado, y por eso me permití juguetear con mi ordenador y diseñar un logo con una estética de finales del siglo diecinueve en el que la vista quedaba atrapada por un descomunal burro, que con una lupa en su pezuña derecha observaba con total dedicación un documento escrito.

Una vez finalizado el divertimento me puse con la tarea real, un logotipo insípido y sin la más mínima creatividad pero que se ajustaba como un guante a los requerimientos de la subvención.

De repente saltaron los automáticos y toda la oficina se quedó a oscuras, permaneciendo así casi dos horas, hasta que la bruja averías se tranquilizó. El tiempo se nos echó encima y preparamos el envío deprisa y corriendo para llegar antes del cierre del registro.

El lunes al volver a la oficina me remitieron directamente al Asesor Jurídico que me comunicó mi despido fulminante, sin posibilidad de negociación y sin ningún tipo de aclaración sobre el motivo más que vagas insinuaciones de mala praxis.

Aquella tarde mientras me tomaba una caña con un amigo, me comentó una noticia que había encendido las redes sociales. Una empresa había tenido que devolver el dinero de una subvención por presentar un logo impropio y ofensivo para justificarla y además estaban investigando si ese logo podía ser constitutivo de delito de ofensas.

Con la confusión y las averías, habíamos mandado el logo del burro y nadie lo había revisado antes de llevarlo a registro. ¡Qué cosas pasan!

Bartolomé Zuzama. 16/02/2015

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