Cuando vayas a mirarte en el espejo sujétate firmemente a tus pies, pues el abismo que hay en ti puede atraerte.
Asegúrate de que el reflejo es tuyo y no de un señor de Cuenca que pasaba por ahí y se travistió en ti.
Comprueba que estás en el lado adecuado, nunca sabes si lo real es lo de la otra cara. Para ello solicita ayuda a alguno de tus seres queridos, si te mandan a tomar por donde amargan los pepinos puedes asegurar que estás en el lado real, en el imaginario hubieran acudido con presteza en tu ayuda.
Comprueba que mantienes a salvo tu espalda, piensa que el mal es pequeño y artero y puede ocultarse en tu sombra.
Depende del lugar donde esté el espejo, no está de más que lleves contigo una cabeza de ajos o una botellita de agua bendita, porque los vampiros no tienen reflejo y no está de más ser precavidos.
Cuando te mires al espejo ten cuidado de no enseñar tu alma pues puede que al verse reflejada prefiera el otro lado, el lado oscuro, y te abandone para que sufras solo en el árido desierto de la vida cotidiana.
Bartolomé Zuzama 02/03/2015
